miércoles

Carta Abierta al Santo Papa Francisco

Su santidad, Papa Francisco

Los privados de la libertad, recluidos en Colombia; inmersos en un ambiente de corrupción e injusticia por parte de muchos de los agentes del Estado colombiano, que tienen contacto directo o indirecto con los establecimientos carcelario y/o penitenciario; nos dirigimos a su santidad para Manifestarle:
-              Que el Estado colombiano está catalogado como el segundo de la región en donde más se violan los derechos de los presos y detenidos a consecuencia de un sistemático hacinamiento.
-            Que, históricamente, el  Estado Colombiano ha mantenido como política carcelaria y penitenciaria el abandono y la precariedad de los ciudadanos que se encuentra privados de la libertad.
-            Que los gobiernos han consentido indistintamente en este menosprecio hacia quienes se encuentran en proceso o ya han sido condenados justa o injustamente, por alguna conducta señalada como delictuosa.
-            Que la convivencia pacífica, la “sana rehabilitación” y la pretendida “resocialización”, en Colombia, son una ilusión y una mascarada.
-            Que en Colombia se presume, equivocadamente, que el mero encierro de seres humanos que han cometido errores en su vida, obra como mágica fórmula terapéutica que sana a los reos y los prepara para una posterior vida en comunidad; cuando en realidad, lo que se evidencia es: la profesionalización, el refinamiento del crimen y la constitución de nuevas y más poderosas  organizaciones criminales.
-            Que Irresponsablemente se siguen aprobando leyes que endurecen las penas sin tener en consideración que el Estado carece de infraestructura y presupuesto, necesarios para cumplir con su función en el tratamiento de la criminalidad; afectando la dignidad del reo; convirtiéndose así el Estado colombiano, en violador de los Derechos Humanos de los presos y detenidos.
-            Que la población carcelaria colombiana es especialmente vulnerable a  la acción de agentes estatales por depender íntegramente de su autoridad.
-           Que aunque en Colombia no todos somos católicos, la inmensa mayoría creemos en Dios; pero lamentablemente no hay claridad sobre las verdaderas enseñanzas de nuestro señor Jesucristo.
-      Que el Estado colombiano no debe seguir excusándose, en una consecuencia de su propia negligencia, como lo es el hacinamiento carcelario; para incumplir con sus deberes constitucionales de protección de TODOS sus nacionales.

Así las cosas: Se constata un grave problema social, que históricamente viene agobiando a nuestra comunidad y a la familia, el cual no tiene una verdadera solución a la vista.
LA CARCEL NO ES LA SOLUCION

De manera simplista, con cárcel[i], se pretende dar solución  a un problema social, mediante la represión de las consecuencias del verdadero problema; sin atacar de fondo la verdadera raíz  de la situación.Es claro que la situación está a punto de estallar y es evidente que la política criminal frente al delito, NO está dando los resultados esperados y Colombia es uno de los países con más presos en Suramérica. Esto lo ponemos de presente (por ejemplo),en las entrevistas realizadas en el programa:
LOS GUARDIANES DE LOS DERECHOS HUMANOS, CABLENOTICIAS. “DELITOS SEXUALES; CUSTODIA, DINERO Y VENGANZAS”
www.youtube.com/watch?v=1FLJfy-qiF0         Parte 1.
Para evidenciar estos problemas; ya que la justicia no está teniendo en cuenta estos casos de evidente FRAUDE PROCESAL. Están (por ejemplo) en prisión, esposos que han sacrificado toda su vida a fin de obtener una casita o un vehículo y un día cualquiera; la esposa se consigue un amante y entre los dos deciden dejar fuera del camino al marido; acusándolo de un delito sexual. Y es que hoy por hoy, es más práctico  hacer encarcelar  a un familiar, acusándolo de un delito sexual, en vez de asesinarlo, como frecuentemente se solía ver en nuestra enferma sociedad.
El delito sexual, es el delito de moda en Colombia[1]; no discrimina edad, posición social, ni raza. Cualquier persona puede ser señalada de cometerlo; sobre todo si es hombre, ya que nuestra machista legislación, se ha empeñado en dar una excelente protección a la mujer, en detrimento del igual derecho de todos y todas. Sea cual sea la razón por la cual un ser humano cae en las garras de nuestro perverso sistema judicial colombiano, lo menos que cualquier desprevenido ciudadano espera, es que  el abordaje del delito, se haga a la luz de principios éticos convencionales, como la imparcialidad, la objetividad, el profesionalismo y la responsabilidad social de aquellos agentes del Estado encargados de hacer cumplir fielmente las leyes. Pero en realidad, quien es imputado o acusado de un delito en Colombia, está absolutamente atrapado en una telaraña siniestra, con muy pocas oportunidades de obtener un juzgamiento digno y justo. No se tienen en cuenta las condiciones específicas del señalado, su trayectoria dentro de la sociedad, sus antecedentes laborales, su grado de preparación o en general su Curriculum Vitae, por bueno que sea. Realmente, lo relevante, es que, el encartado: fue señalado por un delito y es presumido culpable, hasta que demuestre lo contrario. Al punto que, si tiene hijos pequeños, esto se utiliza como argumento peligrosista, para justificar una medida de aseguramiento, alejándolo de su familia; desconociendo sus derechos, los de sus menores hijos y poniendo en situación de vulnerabilidad a todo el entorno familiar del procesado. Lo que cualquiera espera; es que se haga  una investigación seria, a la luz del Derecho; para que se llegue a saber la verdad que subyace tras los dichos expuestos por cualquier persona en una denuncia. Los delincuentes más peligrosos en Colombia no están en las CARCELES, están entre los operadores de JUSTICIA. NO matan; NO hieren con puñal o armas de fuego; pero destruyen familias enviando hombres o mujeres inocentes a la cárcel; solamente por mostrar positivos en sus indicadores de gestión. Los jueces interpretan la fórmula: “Más allá de toda duda razonable”, tergiversándola con la de: hacer a un lado todas las dudas razonables dentro de un proceso y no obstante, condenar. Y si, por ejemplo, no hay pruebas suficientes para condenar por un acceso carnal violento, entonces no tienen el menor reparo en –ayudarle al procesado- cambiando el delito al de actos sexuales abusivos, que requiere –solamente- la versión de la presunta víctima para poder condenar; según argumentan todos los días, los jueces en sus sentencias condenatorias.
Es necesario señalar, que hay una enorme falla en el sistema judicial colombiano; por cuanto, no hay límite al máximo de casos que debe atender, en un determinado lapso de tiempo, un juez  o un fiscal. Y así se explica, cómo las decisiones judiciales, terminan siendo automáticas. ¿Cuánto tiempo le podrá dedicar un juez a un proceso, si tiene que conocer cientos de casos en un mismo mes? En el mismo sentido, el promedio de casos que conoce un abogado de la Defensoría del Pueblo nacional, es de por lo menos mil (1000) mensuales. ¿A quién podrán defender  adecuadamente? Por ello, terminan imponiendo, sutilmente; que lo mejor es “recomendar” al sindicado (INOCENTE en muchos casos), que acepte los cargos para que tenga derecho a los supuestos beneficios de rebaja de penas y así no le vaya tan mal en juicio. ¿Qué garantías tienen, los que son y no son parte de la élite social y política Colombiana? Pues, NINGUNA.
POLÍTICA CRIMINAL EQUIVOCADA
A esto, se le suma la equivocada política criminal colombiana, que pretende ganar para los gobiernos, el beneplácito de la comunidad; aumentando de las penas para delitos de alto impacto mediático; pero que las cifras los han dejado, -con el pasar del tiempo-, en una evidente vergüenza nacional. Curiosamente, con el aumento de las penas para la mayoría de los delitos, no baja el número de presos; sino que por el contrario, aumenta y sigue creciendo exponencialmente. Muchos de los condenados se deben enfrentar a su desgracia, resignados a tener que pagar su condena sin derecho a algún beneficio, subrogado o derecho de libertad anticipada. Por obra y gracia de nuestros populistas legisladores y los jueces carceleros; toda interpretación jurisprudencial, respecto al cumplimiento de la pena impuesta, se percibe sesgada y por fuera de la más elemental Misericordia cristiana o los más elementales principios del Derecho Universal. Los honorables jueces de la República condenan al procesado, aplicando castigos ejemplarizantes y utilizando la ley con saña e irrespeto de la dignidad humana. Aplicando flagrantemente la proscrita doctrina de la Responsabilidad Colectiva; pues cada vez que aparece algún desatinado y enfermo, que comete alguna barbaridad, entonces no tienen ningún empacho en endurecer las condiciones de todos los señalados como delincuentes y no tienen reparo alguno en anunciarlo en sus fallos condenatorios o de negación de beneficios, subrogados o derechos para los condenados que están bajo su administración. A pesar de que las Altas Cortes nacionales se han pronunciado recientemente a favor de reconocer los derechos inalienables de los, también seres humanos, privados de la libertad por diversos delitos; no obstante, la mayoría de jueces y honorables magistrados, siguen aplicando sentencias antiguas (2004, 2005, 2006 o 2007), de las mismas honorables Cortes nacionales; sentencias obsoletas, de manera caprichosa y amañada y de lejos superadas por las nuevas orientaciones jurisprudenciales, más humanas y adecuadas a la realidad nacional. Es decir que tenemos leyes y jurisprudencia para todos los gustos. Es el negocito de los honorables togados quienes escudados en su autonomía para tomar decisiones; le terminan brindando la libertad a quien pueda pagarla. No hay seguridad jurídica en Colombia para los pobres.
A propósito del actual Proceso de Paz firmado con las FARC –EP, es necesario poner de presente; que no hay un solo preso en Colombia, de los mal llamados “delincuentes sociales”, que haya cometido los mismos o tantos delitos como los que han cometido las guerrillas y en consecuencia se hace necesario visibilizar la tremenda desigualdad en el tratamiento de las penas para la mayoría de los delitos; respecto de los denominados “delincuentes políticos”. ¿Será posible que el actual gobierno colombiano, tan conciliador y complaciente con el delito político; por una Paz Incluyente, no tendrá alguna consideración hacía los demás que cometieron errores o injustamente están privados de la libertad por otros delitos?

PETICIÓN FORMAL DE PERDON PAPAL Y APLICACIÓN DE LA LEY UNIVERSAL DE JUBILEO
Por estas razones, las personas privadas de la libertad (incluido el delito sexual) en Colombia, junto con sus familias y demás personas sensibles a esta delicada problemática, mediante sus firmas; formalmente piden la MISERICORDIA y el PERDON PAPAL, por las culpas o errores que han cometido contra su prójimo o cualquier otra falta que hayan cometido ante Dios y estén privados de la libertad injustamente. Por esto solicitan respetuosamente a su santidad, con motivo de su próxima venida al país;que considere la posibilidad de gestionar ante el gobierno nacional, la concesión de una REBAJA DE PENA, para la totalidad de los presos en Colombia. En consecuencia y también en el marco del acuerdo de Paz firmado con la Guerrilla de las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia F.A.R.C. – E.P.;  y el muy seguramente exitoso acuerdo con el Ejercito de liberación nacional E.L.N. Además, en virtud del Derecho Fundamental a la igualdad.
Teniendo en cuenta todas las anteriores razones: nos declaramos en claro desacuerdo con las ya mencionadas injusticias en Colombia y pedimos con profundo respeto al sumo pontífice: muy especialmente, que en aras de conjurar el sistemático y absurdo hacinamiento carcelario, se conceda a todos los presos; esta generosa gracia papal; que implica el necesario y obligatorio compromiso de No reincidencia y el condicionamiento a perder dicha gracia, en caso de presentar una nueva conducta delictiva. Tal rebaja de pena se justificaría a consecuencia de la bíblica norma del Jubileo, apelando a fundamentales valores cristianos, arraigados en nuestra sociedad, como el Perdón y la Misericordia; para que todos[2] (incluidos los presos por el delito sexual) sean tratados benévolamente, como gesto de reconciliación nacional, a pesar de haber cometido faltas gravísimas (también hay inocentes), que atentaron contra su prójimo, la sociedad y la legislación nacional colombiana.

Teniendo el honor de profesar el más profundo respeto hacia Su Santidad,nos despedimos, con suma humildady ánimo de servicio a nuestro creador,
Con los mejores deseos para Su Santidad, muy atentamente

Presos y detenidos en Colombia
Anexamos firmas de respaldo de presos, sus familiares amigos y personas sensibles a esta causa:















[1]Carlos Enrique Díaz Hernández – Álvaro Salazar Hincapié. Las injusticias del delito sexual en Colombia. 2017.
[2]  Romanos 2: 11 que no hay acepción de personas en Dios.




[i]A los que roban se los encarcela; a los que violan se los encarcela; a los quematan, también. ¿De dónde viene esta extraña práctica y el curioso proyectode encerrar para corregir, que traen consigo los Códigos penales de la épocamoderna? ¿Una vieja herencia de lasmazmorras de la Edad Media? Más bienuna tecnología nueva: el desarrollo, del siglo XVI al XIX, de un verdaderoconjunto de procedimientos para dividir en zonas, controlar, medir, encauzara los individuos y hacerlos a la vez "dóciles y útiles"”. Vigilar y castigar, Michael Foucault, © 1976, Siglo XXI Editores, S.A. de C.V.

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